martes, 24 de septiembre de 2013

Mamitis

Cuantas veces he escuchado este fin de semana: Vaya mamitis que tiene este niño/a, referido a mis dos hijos, y si reconozco que mis hijos tienen mamitis, aunque mejor dicho tienen una relación de apego con mama, lo cual es lógico y normal!!



Reconozco que la palabra mamitis no me gusta, de hecho si la buscáis en el diccionario de la RAE no existe, es una unión de mama y -itis que es un sufijo usado para enfermedades (conjuntivitis, otitis....).

Mejor hablar entonces de apego:

El apego es el vínculo emocional que desarrolla el niño con su madre (o cuidador habitual) y que le proporciona la seguridad emocional indispensable para un buen desarrollo de la personalidad. La tesis fundamental de la Teoría del Apego es que el estado de seguridad, ansiedad o temor de un niño es determinado en gran medida por la accesibilidad y capacidad de respuesta de su principal figura de afecto (persona con que se establece el vínculo).


El apego proporciona la seguridad emocional del niño: ser aceptado y protegido incondicionalmente. Este planteamiento también puede observarse en distintas especies animales y que tiene las mismas consecuencias: la proximidad deseada de la madre como base para la protección y la continuidad de la especie.


Fue el psicólogo John Bowlby que en su trabajo en instituciones con niños privados de la figura materna le condujo a formular la Teoría del apego.


1. Fase de preapego. Desde el nacimiento hasta las seis semanas aproximadamente. Durante este periodo, la conducta del niño consiste en reflejos innatos que tienen un gran valor para la supervivencia: sonrisa, lloro, mirada,… a través de estos reflejos atrae la atención de otras personas; y, al mismo tiempo, es capaz de responder a los estímulos que recibe. Prefieren la voz de su madre (o cuidador habitual) a la de cualquier otro adulto a pesar de que todavía no muestran un vínculo de apego propiamente dicho.

2. Fase de formación del apego. Desde los dos hasta los seis meses de edad. En esta fase, el niño orienta su conducta y responde a su madre de una manera más clara de cómo lo había hecho hasta entonces. Sonríe, balbucea y sigue con la mirada a su madre de forma más consistente que al resto de personas. Todavía no muestran ansiedad de separación a pesar de reconocerla perfectamente. No es la privación de la madre lo que les provoca enfado, sino la pérdida de contacto humano.

3. Fase de apego. Este periodo está comprendido desde los seis meses hasta los dos años de edad aproximadamente. A estas edades el vínculo afectivo hacia la madre es tan claro y evidente que el niño suele mostrar gran ansiedad y enfado cuando se le separa de ésta. A partir de los ocho meses el bebé puede rechazar el contacto físico incluso con un familiar muy cercano ya que lo único que desea y le calma es estar en los brazos de su madre. La mayor parte de las acciones de los niños tienen el objetivo de atraer la atención de la madre y una mayor presencia de ésta.

4. Formación de relaciones reciprocas. A partir de los dos años. Una de las características importantes es la aparición del lenguaje y la capacidad de representar mentalmente a la madre, lo que le permite predecir su retorno cuando ésta está ausente. Decrece la ansiedad porque el niño empieza a entender que la ausencia de la madre no es definitiva y que en un momento dado, regresará a casa. En esta fase, los niños a los que su madre les explica el por qué de su salida y el tiempo aproximado que estará ausente suelen llorar mucho menos que los niños a los que no se les da ningún tipo de información.



El final de estas cuatro fases supone un vínculo afectivo sólido entre ambas partes que no necesita de un contacto físico ni de una búsqueda permanente por parte del niño, ya que éste siente la seguridad de que su madre responderá en los momentos en los que la necesite.

“Un niño que sabe que su figura de apego es accesible y sensible a sus demandas les da un fuerte y penetrante sentimiento de seguridad, y la alimenta a valorar y continuar la relación” (John Bowlby).





Lo que me sorprende es que buscando en Internet "mamitis" te encuentres tantas consultas de gente preguntando que hacer para que sus hijos tengan menos mamitis. Es cierto que hay días agotadores, mi príncipe esta en plena fase de apego y para todo tengo que ser yo, pero no por ello me he planteado buscar una solución a esa "mamitis". Para mis hijos yo soy su figura de apego y ellos me necesitan como bebes que son, ya crecerán y echaremos de menos esa demanda... siempre que pueda mis hijos se calmarán con su madre, lloraran en mis brazos y estaré a su lado. Y si: me alegro que mis hijos tengan mamitis!!!!!

5 comentarios:

  1. Mis hijos también tienen "mamitis" palabra que tampoco soporto, pero vamos que es que es lo normal, adoran a su mami jejeje, como yo a ellos, nos necesitamos mutuamente. Saludicos. Ayy tienes la verificación de las dos palabras y es un rollo por si no lo sabías. Besicos.

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    1. No sé que es eso, voy a investigar que estoy aun muy verde en este de los blogs. Gracias

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    2. Ya lo he quitado, gracias por avisar, debe venir por defecto activado.

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  2. Mi hija también tiene "mamitis" para cuando de hacer algo se trata, esta todo el día pegada a mí y ni salir de una habitación de mi casa puedo sin ella jajaj es como una pequeña sombra. Eso sí, cuando su tía le dice de salir a dar una vuelta no hay mami que valga jajaj. Y como tú dices, es jorma, que les pase eso, todos alguna vez hemos tenido ese apego con nuestra madre, abuel, padre o cualquier persona con la que estemos más cerca. Un saludo (:

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    1. ¡¡Y es sano!!, se supone que han establecido un apego seguro con esa persona. Como digo algunas veces, si mis hijos no tuvieran mamitis me preocuparía.

      Gracias por pasarte y por tu comentario

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